El avance tecnológico en teledetección y seguimiento remoto de animales ha abierto un nuevo mundo en el campo de la ecología del movimiento. Hoy en día la obtención de datos empíricos ha dejado de ser un factor limitante y su análisis integral es uno de los principales desafíos a resolver. Este hecho ha motivado gran cantidad de estudios y ha permitido el desarrollo inicial de esta rama de la ecología. Sin embargo, su base teórica aún tiene que madurar y unificar todas las disciplinas que lo integran. Esto es especialmente cierto en el estudio del comportamiento de búsqueda animal, donde nuevos enfoques teóricos plantean cuestiones fundamentales que requieren experimentos en los que no solo se controle la información accesible a los animales sino también sus estados internos y capacidades sensoriales. En nuestro grupo de investigación abordamos el estudio de la ecología del movimiento des de esta perspectiva, intentando unir teoría y metodología experimental. En particular, mi trabajo se centra en comprender cómo Caenorhabditis elegans equilibra el compromiso intensivo-extensivo durante el proceso de búsqueda, poniendo un especial énfasis en identificar qué mecanismos físicos modulan su comportamiento motor y cómo están biológicamente implementados.