La XIII Jornada de Avances en Ecología reúne a más de 100 ecólogos en Blanes

El viernes 11 de noviembre, Jordi Catalan dio el pistoletazo de salida a las actividades organizadas por el CEAB con motivo de la Semana de la Ciencia de este año con la XIII Jornada de Avances en Ecología (JAE). Una jornada de conferencias y debates, en colaboración con la Societat Catalana de Biologia (SCB) y GECA, que ponen en contacto a investigadores de diferentes ámbitos de la ecología. En esta edición, los conferenciantes trataron temas como el microbioma de los océanos o el impacto de la sequía en los bosques tropicales, entre otros.

Los ponentes participantes fueron Rafael Marcé, Silvia Acinas, Maurizio Mencuccini, Rafael Zardoya y Laura Baldo del Institut Català de Recerca de l’Aigua (ICRA), el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), ICREA-CREAF -University of Edinburgh, Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y la Universitat de Barcelona, ​​respectivamente.

Jordi Catalan, principal creador y promotor de las JAE en nuestro centro, formó parte del equipo de investigadores del CEAB desde el 2001 al 2012 y ahora realiza su labor de investigación en el CREAF. Es ecólogo especializado en evolución y cambio global y experto en ecología de lagos de alta montaña. En esta 13ª edición queremos saber más cosas sobre él, los motivos que le llevaron a crear las JAE, por qué elige a unos conferenciantes y no a otros, qué investiga y qué piensa de la situación actual de la ciencia. El resultado es una conversación ligera y agradable, comprensible y extremadamente interesante.

 

Esto es lo que nos contó:

¿Qué te llevó a empezar a organizar la Jornada de Avances en Ecología?

La ecología es una disciplina que pretende entender la relación de los organismos entre sí y con el medio de una manera integrada. A pesar de esta visión general, la manera de estudiarlo en el campo difiere mucho según el tipo de organismo (no es lo mismo estudiar bacterias que elefantes) y el tipo de habitat (un bosque tropical o un arrecife coralino) . En la práctica pues, hay un grado de especialización muy elevado que hace que los investigadores nos relacionemos sobre todo con aquellos que metodológicamente son más cercanos a nuestros temas. Publicamos en las mismas revistas y vamos a los mismos congresos especializados.

La JAE la pensamos para salirnos de esta visión restringida
y poder interactuar con investigadores
que normalmente no encontramos en las reuniones habituales.

Hay pocas oportunidades para romper esta especialización y ver un panorama más amplio de la ecología. Incluso, los congresos pretendidamente generales se organizan en sesiones especializadas simultáneas. De modo que no acabamos de romper demasiado el círculo de relaciones.

La Jornada de Avances en Ecología la pensamos para salirnos de esta visión restringida y poder interactuar con investigadores que normalmente no encontramos en las reuniones habituales. Tenemos mucho en común que podemos intercambiar, tanto de conceptos como de métodos. La Societat Catalana de Biologia, a través de sus secciones, permite hacer este tipo de actividad. Y así lo organizamos a través de la sección de ecología.

 

¿Qué criterios utilizas para escoger los conferenciantes y los temas de cada año?

Este es una pregunta que me hacen a menudo. La norma es que no hay normas. Hay un objetivo, intentar ser fieles al término «Avances». La ciencia tiene como objetivo aumentar los límites del conocimiento. Por lo tanto, todo lo que nos parezca que va más allá de lo que se sabía tiene cabida en la Jornada. De hecho, aplicamos el término Ecología en un sentido muy amplio, todo lo que tenga que ver con la biología de organismos en su medio. A menudo tenemos conferenciantes que ellos mismos no se calificarían de ecólogos.

Todo lo que nos parezca que va más lejos de lo que se sabía tiene cabida en la Jornada.

 

¿Qué investigas tú y por qué?

A mí me interesa lo que podríamos llamar la biología general; pero después las contingencias te van llevando por caminos especializados que canalizan tu actividad. Si soy experto en algo quizás sería en ecología de lagos de alta montaña. Lo que puede parecer un poco «friki», viendo las cosas que hay en el mundo para estudiar. Llegué hasta aquí, como decía, de una manera circunstancial, pero después he encontrado muchos motivos para seguir profundizando en el conocimiento de estos sistemas.

Los estanques son ecosistemas relativamente pequeños que nos permiten estudiar muchos aspectos de interacción de los organismos entre ellos y su medio de manera que en otros sistemas (por lo menos, hasta no hace mucho) difícilmente se podían abordar. Por decirlo de alguna manera, podemos mirar desde el microbio al pez en un marco integrado. El ecosistema microscópico es particularmente atractivo, porque mucho de lo que nos parece propio de la biología de los organismos pluricelulares más grandes ya está presente en los microorganismos.

Si soy experto en algo quizás sería en ecología de lagos de alta montaña.

Por otra parte, los lagos de montaña en particular son muy sensibles a las fluctuaciones atmosféricas, tanto climáticas como de la composición de la deposición (lluvia y nieve). Esto les ha situado en una buena posición para estudiar el fenómeno del cambio global, sobre todo de sus aspectos atmosféricos. Los estanques tienen varias ventajas, una de importante es que en su sedimento guardan un buen registro de lo que va pasando. Las técnicas actuales nos permiten reconstruir la dinámica de estos sistemas yendo cientos y miles de años atrás.

 

¿Qué opinas de la situación de la ciencia en Catalunya, en España y en el mundo en general?

Es más fácil empezar hablando del mundo. Estamos viviendo una revolución científica y tecnológica que no podíamos ni imaginar cuando yo era estudiante en la universidad. Y pensar en hace 100 años, parece la prehistoria. Paradójicamente, la ciencia, poniéndolo permanentemente todo en duda, es el sistema de conocimiento que más sólidamente ha avanzado en nuestra sociedad. De hecho los otros sistemas están muy atascados.

Veremos si se sale también de conocernos a nosotros mismos y utilizarlo en provecho de todos.

Cómo se hace compatible la libertad personal y la organización socio-económica general en un entorno sostenible para el planeta es el gran reto para un futuro inmediato. Lejos de ser un tema ajeno a la ciencia, probablemente ocupará progresivamente un papel central. No sólo porque el científico tradicional se ocupe más de estos temas, sino porque las ciencias sociales van adquiriendo más y más características de las ciencias experimentales. A pesar de que tener el conocimiento no significa necesariamente tener la fuerza y ​​capacidad para aplicarlo, aunque sea por instinto de supervivencia, tenemos el deber de ser optimistas.

Tenemos el deber de ser optimistas.

Pasar de esta visión general al tema de la ciencia en España es como venir de la playa y entrar en un cuarto oscuro a veinte bajo cero. El «que-inventen-ellos» sigue arraigado en la mentalidad de los poderes políticos y económicos españoles. A veces se disfraza con el discurso, pero los hechos hablan por sí mismos. Durante unos pocos años, parecía que había voluntad de alcanzar un nivel de financiación de la actividad científica medianamente homologable a la capacidad económica del país pero, cuando la economía empeoró, los principios rápidamente se cambiaron. Un poco al estilo Grouxo Marx.

El refugio dialéctico es favorecer la excelencia, pero la punta del iceberg no flota sino hay una base por debajo. Se está derrochando toda una generación y no se ven indicios de que esto cambie. Pero aún más grave, la sociedad está completamente huérfana del debate respecto de los cambios que se están produciendo en el mundo, nos hemos instalado en una dinámica de resignación ante lo que se nos ofrece como inevitable. Se trata de imponer creencias más que buscar el conocimiento. A ver si desde fuera nos lo solucionan.

Se trata de imponer creencias más que buscar el conocimiento.
A ver si desde fuera nos lo solucionan.

Catalunya difiere un poco en la medida que ha encontrado una manera de reincorporar, de una forma u otra, algunos investigadores formados en el extranjero y así participar de la red internacional de investigación. A pesar de algunos indicadores de éxito que se remarcan, las posibilidades aún son escasas respecto del potencial que hay. A pesar del panorama, dedicarse a la ciencia es muy gratificante si se tiene un mínimo de curiosidad para entender todo lo que nos rodea y a nosotros mismos. El sistema suerte tiene de ello.

 

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