Casi uno de cada dos pedazos de atún rojo es, en realidad, pescado fraudulento. Se trata de pescado que no conlleva ningún riesgo para la salud de quien lo ingiere pero que, en realidad, es sólo un pariente lejano del preciado Thunnus thynus. Esta semana ha tenido eco en los medios TUNAMARKET, el estudio sobre el fraude alimentario que afecta a la comercialización del atún rojo que ha estado llevando a cabo la investigadora del centro Ana Gordoa. Los análisis genéticos realizados muestran que, de media, el 40% del atún rojo comercializado es fraudulento y que se está vendiendo como rojo, atún de aleta amarilla y patudo o blanca. Este estudio ha sido presentado en la Jornada científica del Grup Balfegó dedicada a la pesca del atún rojo en la que han asistido representantes de pesca de la administración (Ministerio y Generalitat), de la venta de pescado en grandes mercados, al por menor y del gremio de restauradores, entre otros. Desde el CEAB-CSIC se recuerda a los consumidores finales que pueden exigir ver el documento de captura, el DCAS, del atún que consumen pero, como ha apuntado Gordoa, no se pudo encontrar este documento en ninguno de los puntos de venta analizados.
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