Se trata de ambientes muy sensibles a los cambios. De modo que cualquier perturbación puede alterar su estado ecológico. Si nos bañamos, podemos dejar residuos (como los productos químicos de las cremas), toxinas e incluso virus, bacterias u hongos. Además, removemos los sedimentos fertilizando el estanque y promoviendo la excesiva proliferación de microalgas. Todo ello puede afectar a la flora y fauna que habita estos valiosos ecosistemas; entre la que se encuentran los gravemente amenazados anfibios.
Los estanques de alta montaña son ecosistemas únicos y frágiles. Características como la altitud, la química del agua o el tamaño del lago marcan las especies que pueden vivir y pueden hacerlas muy singulares. Los habitan desde organismos que viven suspendidos en el agua formando parte del plancton (algas, pulgas de agua, copépodos…), pasando por plantas, moluscos, gusanos, insectos y anfibios que viven en el fondo o en el litoral, hasta pájaros y murciélagos que se alimentan de los insectos que salen del agua. La supervivencia de mamíferos como la endémica almizclera también va estrechamente ligada al buen estado ecológico de estos hábitats.
Además, muchos lagos de alta montaña se encuentran dentro de Parques Naturales o Nacionales, por lo que están especialmente protegidos y cuentan con normas específicas dirigidas a proteger la fauna y flora propias de estos espacios. Entre estas normas está la de no bañarse. Basada en las evidencias de los impactos negativos de esta acción y en que ya no son pocos los que llegan hasta estos puntos, sino que son muchas las personas que los visitan y tienen la tentación de remojarse.
Bañarse altera gravemente el equilibrio de estos ecosistemas
Cuando nos bañamos en un estanque, dejamos residuos, toxinas e incluso virus, bacterias u hongos que pueden afectar a la fauna y la flora que lo habita. Muchos de los animales que viven en ellos, como es el caso de los anfibios, son especialmente sensibles. A través de la piel pueden captar las sustancias químicas que para ellos son altamente tóxicas como las que contienen las cremas o los antimosquitos. Además, son muy sensibles a algunas bacterias, virus y hongos de los que somos portadores. Sólo poniendo los pies en el agua ya podemos soltar y perjudicar especies como el sapo.
Al mismo tiempo, cuando nos ponemos en el agua, removemos los sedimentos del fondo de forma que el estanque se fertiliza. Como consecuencia de la excesiva disponibilidad de nutrientes, crecen demasiadas microalgas y disminuye el oxígeno en el agua y su transparencia. Es lo que llamamos fertilización por frecuentación humana.
Tampoco podemos dejar que las mascotas se bañen. Los perros, al ponerse en el agua, también remueven el fondo y liberan contaminantes como, por ejemplo, los químicos de los collares antiparasitarios.
Evidencia científica para preservar estos espacios de alto valor ecológico
Con el programa LIFE RESQUE ALPYR (y sus predecesores: el LimnoPirineus y el Bioaquae), coordinados desde el CEAB-CSIC, trabajamos en la preservación y restauración de los estanques de alta montaña con acciones de contrastada efectividad como la erradicación de especies invasoras.
Estas actuaciones ya han permitido que algunos de los lagos de los Pirineos Orientales y de los Alpes en los que se trabaja hayan recuperado las poblaciones de anfibios, pequeños mamíferos y otras especies autóctonas que habían ido desapareciendo por la degradación de sus hábitats y que ahora han podido volver al recobrarse el buen estado ecológico.
El proyecto también tiene una importante vertiente de educación ambiental y sensibilización, dado que la complicidad de la ciudadanía es básica para poder recuperar y mantener en buen estado estos espacios naturales que todos tanto nos amamos. Las acciones del ámbito de la sensibilización incluyen, entre otras, charlas y la edición y difusión de material informativo.