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El papel ecológico de los restos vegetales que llegan a las playas

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En algunas playas es frecuente que lleguen algas y plantas marinas que han sido arrastradas desde dentro del agua hasta la arena por las corrientes y el oleaje, especialmente en episodios de tormentas. Un equipo científico, en el que se incluye un experto del CEAB-CSIC, ha explicado el papel ecológico de estos restos. Lo ha hecho en un artículo publicado en la revista Frontiers for Young Minds.

La llegada a la costa de restos de vegetales marinos autóctonos (como la posidonia o la Cymodocea) es un fenómeno que forma parte del ciclo natural y que es importante para la salud de los ecosistemas litorales. Sin embargo, a menudo no se percibe así, sino que se juzga como “dejadez”, como basura, que debe retirarse rápidamente.

En un artículo científico en la revista Frontiers for Young Minds, investigadoras e investigadores de ecología marina, entre los que se encuentra Òscar Serrano del grupo de macrófitos acuáticos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), detallan las funciones ecológicas de estos restos.

En la publicación comienzan explicando que las componen vegetales marinos muertos, como algas y plantas marinas. La cantidad que se acumula en las playas varía mucho en todo el mundo, desde tan sólo 0.1 kg por metro de costa hasta los más de 300 kg.

Estos restos se originan en los prados de plantas marinas y en los bosques de algas. La hojarasca es llevada hasta la costa por las mareas, las olas y el viento, y se deposita en la arena o bien vuelve mar adentro. En cada momento de este “viaje”, los restos realizan una serie de funciones que son clave para mantener en buen estado los ecosistemas litorales.

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Restos de plantas marinas que ejercen de barrera contra la erosión. Autoría: Jordi Pages/CEAB-CSIC

La importancia de estos restos de vegetales marinos

Hogar: una de sus “funciones” es ser hogar y/o refugio de pequeños animales, la mayoría invertebrados, como los isópodos y anfípodos, crustáceos de aspecto similar a las gambas. También se encuentran larvas de mosca y otros insectos, así como numerosos microorganismos. Se convierte en una excelente casa ya que proporciona seguridad frente a muchos depredadores y protege de condiciones difíciles como, por ejemplo, una excesiva temperatura o radiación solar. Algunos de estos organismos viven sólo en estos restos, por lo que respetarlos es la única forma de preservar estas especies.

Alimento: La mayoría de los animales que viven en estos restos son detritívoros, lo que significa que les encanta comer material vegetal muerto (detritus). Que esté húmedo y contenga microorganismos les facilite el proceso. Bacterias y hongos, entre otros, además de descomponer los detritus haciéndolos más digeribles, se convierten en una fuente de alimento más. A su vez, estos pequeños animales que comen los restos de vegetales marinos se convierten en comida para otros organismos como escarabajos o arañas que viven en la arena, los peces de dentro del agua e, incluso, las aves que frecuentan estas zonas. Estos restos sostienen, pues, toda una red alimentaria en la playa y en las aguas someras.

Fertilizante: cuando se descomponen por completo también se convierten en alimento. Los nutrientes terminan llegando a entornos terrestres o volviendo al mar, enriqueciendo y ayudando a mantener en buen estado estos ecosistemas. Contribuyen, pues, a que nazcan y crezcan más plantas y animales, a que los ambientes estén vivos y se mantengan con buena salud.

Barrera natural: si se dejan en la playa, estos restos ayudan a minimizar la erosión, a proteger el litoral de los temporales.

A pesar de la clara importancia ecológica de esta vegetación que llega a la arena, a menudo estos restos no son apreciados. Con la errónea idea de que una playa sana es una playa blanca y sin ningún “estorbo”, a menudo se corre a eliminarlos, incluso usando maquinaria pesada, causando un impacto negativo en los ecosistemas, y sin siquiera dar ninguna uso práctico en todo el material retirado. Una forma de hacer que debería evitarse siempre que sea posible.

Afortunadamente cada vez son más los municipios (en las Islas Baleares y en otros puntos de los países catalanes tenemos numerosos ejemplos) que respetan las recomendaciones derivadas de la evidencia científica y optan por NO retirar las hojas muertas de posidonia o los restos de otros vegetales marinos, teniendo en cuenta que las playas son hábitats naturales, espacios de transición entre el agua y la tierra dinámicos y al mismo tiempo también muy frágiles.

La excepción a la recomendación de no retirar estos restos es cuando, en puntos concretos llegan cantidades ingentes acumulándose en altísimas montañas humeantes -por los gases surgidos del proceso de descomposición-. En estos casos, la extracción acaba siendo necesaria, pero debe realizarse en la justa medida y con métodos de mínimo impacto, que eviten dañar el entorno. También, procurando darle otro uso a esta vegetación. Muy a menudo las enormes acumulaciones son fruto de la rotura del equilibrio producido por las actividades humanas que van provocando la muerte de nuestros bosques de algas y pastos marinos, a la vez que la proliferación desaforada de especies invasoras como el alga asiática que se ha extendido sin freno por la costa andaluza.

Lea el artículo científico entero, en este enlace.

 

 

 

 

 

 

 

 

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