Un nuevo estudio científico- publicado en la revista Biological Conservation y liderado por el proyecto LIFE RESQUE ALPYR, coordinado desde el CEAB-CSIC- ha documentado una desaparición acelerada del zooplancton adaptado al frío en lagos de alta montaña de los Alpes Occidentales. Estos organismos microscópicos, que actúan como bioindicadores de la salud ecológica, están retrocediendo como consecuencia del calentamiento global y la introducción de peces exóticos, incluso en espacios protegidos.
Los lagos alpinos están experimentando cambios ecológicos profundos y rápidos. Los resultados del estudio, obtenidos a partir de 643 muestras recogidas entre 2006 y 2024 en 101 lagos y charcas, revelan una regresión significativa de especies estenotermas frías, como Arctodiaptomus alpinus o Daphnia pulicaria. Estas especies, sensibles a los cambios ambientales, son señales claras del equilibrio ecológico de los ecosistemas de alta montaña.
“Los lagos alpinos son ecosistemas centinela. A pesar de estar situados dentro de áreas protegidas, están sufriendo una transformación silenciosa pero profunda. El declive de las especies adaptadas al frío nos alerta del impacto combinado del calentamiento global y las alteraciones locales”, explica Rocco Tiberti, investigador principal y primer autor del estudio.
Un ecosistema frágil y amenazado
El zooplancton es un componente fundamental de las redes tróficas acuáticas. En los lagos de montaña, a menudo naturalmente sin peces, estas comunidades constituyen el nivel más alto de la cadena alimentaria pelágica. La introducción de especies exóticas — principalmente truchas y ciprínidos — altera este equilibrio y favorece la desaparición de los organismos más grandes y vulnerables.
A esta presión se suma el cambio climático, que ha provocado un aumento de más de 1 °C en la temperatura media anual de la región en menos de dos décadas. Este calentamiento altera los ciclos de hielo, adelanta el deshielo y modifica la disponibilidad de hábitats adecuados para las especies especializadas. El resultado es una “termofilización” de las comunidades: las especies adaptadas al frío se ven progresivamente sustituidas por otras más tolerantes a temperaturas elevadas.
“Este es un fenómeno similar al que observamos en otros ecosistemas afectados por el cambio climático, pero aquí su impacto es más directo y visible por la simplicidad de las cadenas tróficas”, añade Tiberti.
Además de su papel ecológico, el zooplancton actúa como un bioindicador clave del estado de salud de los lagos. Los cambios en su composición y abundancia reflejan con rapidez y sensibilidad las alteraciones ambientales, desde el cambio climático hasta la presencia de peces o la contaminación difusa.
Hacia una gestión activa de los lagos ante el cambio global
A pesar de este panorama preocupante, el estudio también señala que aún hay margen para actuar. La protección efectiva de los lagos vírgenes —especialmente aquellos de tamaño medio o grande sin presencia de peces— y la restauración de los ecosistemas alterados, mediante la erradicación de especies invasoras, son medidas viables que ya se están aplicando en varias áreas protegidas.
En el marco del proyecto LIFE RESQUE ALPYR, diversos parques nacionales —como el Parque Nacional Gran Paradiso, el Parque Natural Mont Avic o el del Alto Pirineo y el de Aigüestortes-Estany de Sant Maurici— están llevando a cabo acciones de recuperación ecológica de lagos, con resultados prometedores.
Además, la retirada de los glaciares alpinos está dando lugar a nuevos lagos proglaciares, que podrían convertirse en refugios para especies sensibles. Una gestión cuidadosa de estos nuevos ecosistemas puede ser clave para conservar parte del patrimonio biológico que hoy se ve amenazado.
Los autores subrayan que los lagos de alta montaña son ecosistemas de gran valor ecológico y científico. Su estructura simple los convierte en espacios ideales para estudiar los efectos del cambio global, pero también los hace muy vulnerables, con escasa capacidad de respuesta ante perturbaciones ambientales súbitas.