Un equipo de investigadores del CEAB-CSIC está estudiando cómo pueden persistir las poblaciones de peces en ríos intermitentes. Utiliza, como sistema modelo, arroyos del noreste de Catalunya. Los científicos se centran en descifrar los mecanismos de comportamiento de los peces que les permiten hacer frente a condiciones adversas, incluyendo rasgos de personalidad como la audacia y la sociabilidad, que pueden influir en las decisiones de movimiento y en la supervivencia en redes fluviales que se secan parcialmente en determinados momentos del año, comunes en la región mediterránea y en aumento globalmente debido al contexto de cambio climático.
Arroyos intermitentes de cuencas relativamente poco alteradas, principalmente de la comarca de la Garrotxa, están sirviendo como modelo a un equipo del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) para tratar de entender la resiliencia de los peces en ríos que presentan un flujo de agua muy variable, que a menudo quedan reducidos a charcas aisladas con poca agua. El equipo lo estudia desde una perspectiva de ecología del comportamiento, integrando observación en campo, experimentos controlados y técnicas innovadoras de seguimiento para entender cómo las sequías severas afectan al movimiento de los peces, al uso que hacen del hábitat y sus posibilidades de supervivencia. Estos científicos procuran descifrar mecanismos de comportamiento que permiten a los peces afrontar las condiciones adversas que se encuentran en estos arroyos tan propios de la zona mediterránea.
La investigación forma parte del proyecto DRYFISH* y tiene un enfoque interdisciplinar. Para monitorizar los peces en su entorno natural, el equipo realiza trabajo de campo durante todo el año, combinando métodos: observación y seguimiento regular sobre el terreno, cámaras subacuáticas para registrar el comportamiento de los peces, marcado de individuos para seguir los movimientos, drones y Sistemas de Información Geográfica (SIG) que proporcionan fluvial y de la dinámica de las poblaciones de peces, y cámaras “trampa” (que se activan con el movimiento) que ayudan a identificar y cuantificar a los depredadores potenciales de los peces que visitan el río.
Este trabajo de campo se complementa con experimentos controlados en los laboratorios, con una compleja red de acuarios (equipados con un sistema automatizado de grabación en vídeo) donde se simulan diferentes escenarios para estudiar detalladamente el comportamiento de los peces y poner a prueba hipótesis específicas sobre respuestas individuales, estrategias de afrontamiento de retos y mecanismos sociales como la copia social.
La investigación se realiza especialmente con el Barbus meridionalis, una especie autóctona bien adaptada a los ríos intermitentes. Su comportamiento y supervivencia se comparan con los de otras especies como varios peces considerados invasores que, desgraciadamente, ya son comunes en la zona elegida como modelo.
El equipo quiere entender cómo cambia el comportamiento de los peces a lo largo del año, desde períodos de plena conectividad fluvial hasta momentos de sequía en que las charcas quedan aisladas. Algunos peces se mantienen o encuentran refugio en aquellas que no se secan, mientras que otros terminan en hábitats que se secan por completo y desconectados completamente del resto del arroyo. Los científicos estudian si existen factores que favorezcan una u otra situación. Por ejemplo, si hay individuos más propensos a abandonar zonas en proceso de desecación para buscar mejores hábitats, como los peces utilizan las áreas someras en condiciones de bajo caudal, o si se mantienen agrupados o si se disgregan a medida que el agua escasea. Estos y otros patrones los relacionan con el tamaño, edad, tendencias sociales y dinámicas de los bancos de peces, con especial interés en cómo difieren los individuos en su capacidad para llegar a refugios adecuados. Por ejemplo, los individuos sociales, que se mantienen con el grupo, pueden prosperar cuando las condiciones son estables, mientras que los peces exploradores o solitarios pueden asumir riesgos antes—algunas veces llegando a mejores refugios y salvándose, y otras veces, fracasando-. Estas estrategias de comportamiento -más cautelosas o atrevidas, sociales o solitarias- pueden influir fuertemente en la supervivencia, modelando la composición y la resiliencia de la población a lo largo del tiempo, con posibles consecuencias ecológicas y evolutivas.
El investigador principal de este proyecto científico, Jolle Jolles, explica: «Nuestro objetivo es descubrir los mecanismos ecológicos y de comportamiento que permiten a los peces persistir en ríos intermitentes. Centrándonos en el comportamiento y la toma de decisiones individuales, esperamos entender mejor cómo afrontan los peces los retos de la fragmentación del hábitat y laos procesos de sequía , y como sus respuestas pueden influir en la dinámica poblacional ante el cambio climático acelerado».
La investigación todavía está en marcha pero los casi cuatro años de datos de monitorización fluvial recopiladas, el haber completado varios experimentos y el trabajo continuo sobre el terreno, permiten apuntar algunas primeras conclusiones. Los resultados preliminares revelan patrones de comportamiento clave de los peces frente a aguas muy someras, con diferencias marcadas entre individuos en cómo afrontan estas condiciones. La edad juega un papel importante: los peces más grandes se encuentran con mayor frecuencia en refugios estables, en balsas que siempre tienen agua. También se ha visto que la variabilidad de las precipitaciones entre años -tanto en el momento como en la intensidad de las sequías (cuando y cuánto se secan los ríos)- influye directamente en los movimientos, y en la supervivencia, de los peces, con impactos no sólo inmediatos, sino también a largo plazo, en cuanto a la estructura de las poblaciones y, en efecto, en las poblaciones. «Vemos que el momento y la intensidad de los episodios de secado no sólo condicionan la supervivencia a corto plazo, sino probablemente la composición y resiliencia futuras de las poblaciones de peces» subraya Jolles.
Con este proyecto de investigación se busca aportar nuevos conocimientos científicos sobre cómo responden a los peces al cambio ambiental, desde los mecanismos de comportamiento individuales que influyen en el movimiento y la supervivencia, hasta las consecuencias para la estructura poblacional y las dinámicas ecológicas y evolutivas a largo plazo. La investigación pone un foco especial en los ecosistemas mediterráneos afectados por episodios cada vez más extremos. Los resultados podrían informar de estrategias de conservación para especies y hábitats vulnerables, a la vez que ofrecen ideas sobre sistemas adaptativos más amplios que implican coordinación, resiliencia y respuesta ante la incertidumbre ambiental.