Saltar al contenido

Las evidencias más antiguas del uso humano de plantas marinas se remontan a hace 180.000 años

Objetos humanos, de más de 2.000 años, preservados en una pradera de Posidonia oceanica. Grecia. Autor: Julius Glampedakis

Un equipo internacional de investigación, liderado por una investigadora del CEAB-CSIC, ha revisado el conocimiento científico acumulado en distintas disciplinas sobre los usos de las plantas marinas a lo largo de la historia en todo el mundo. El estudio destaca que ya se utilizaban en el Paleolítico.

Las praderas marinas han sido esenciales para las sociedades humanas durante miles de años. Así lo demuestra un nuevo estudio científico publicado en la revista Ambio, que examina la relación entre las praderas marinas y la humanidad hasta la actualidad, reconociendo no solo su valor tangible, sino también su importancia social y cultural.

Según la investigación, que recopila tanto el conocimiento científico previo como el de las comunidades locales, las praderas marinas han tenido y siguen teniendo una amplia variedad de usos. Han servido como alimento para humanos y ganado, se han empleado como fertilizantes, medicinas, materiales para la fabricación de utensilios y en la construcción, e incluso han desempeñado un papel en costumbres culturales.

Los registros más antiguos obtenidos hasta ahora datan del Paleolítico Medio, hace aproximadamente 180.000 años. En un yacimiento arqueológico en una cueva de Niza (Francia), se encontraron restos de plantas marinas (Posidonia oceanica) que habrían llegado allí porque se usaban como lecho.

Los diferentes usos de las plantas marinas

También hay evidencias antiguas de que las praderas marinas fueron una fuente de alimento directa: comunidades costeras de América del Norte y Central y del Indo-Pacífico consumían sus hojas, frutos o semillas, y algunas todavía lo hacen. Indirectamente, también han servido como fuente de alimento, al sustentar poblaciones de peces y mariscos. Los neandertales de los que hoy son los Países Bajos ya recolectaban moluscos de las praderas marinas hace unos 120.000 años. Hace unos 6.000 años, los habitantes del este de Arabia ya sabían que su pesca del pez conejo dependía de la salud de estas praderas. Del mismo modo, la recolección de pepinos de mar—una de las principales exportaciones de Australia y muchas partes de Oceanía—ha estado y está estrechamente vinculada a estos ecosistemas submarinos.

El uso de las plantas marinas como material para fabricar recipientes, como cestas para almacenar alimentos, también es antiguo y generalizado. Sus propiedades antiparasitarias y antimicrobianas las hacían ideales para este propósito. Estas mismas características también hicieron que se usaran como relleno de almohadas y colchones, lo que dio lugar a toda una industria en Europa. Un registro histórico particularmente curioso data del siglo XVI, cuando el Papa Julio III pidió un colchón relleno de Posidonia para alejar los chinches. Esta aplicación llevó a una explotación a gran escala de las praderas marinas, causando su declive o desaparición en muchas áreas.

Las propiedades antisépticas de las plantas marinas también propiciaron su uso en la medicina tradicional. Los antiguos egipcios las utilizaban para tratar problemas de garganta y de piel, y se han empleado en India y África para tratar picaduras y heridas.

El aislamiento natural que proporciona este tipo de vegetación se descubrió tempranamente, lo que llevó a su uso en la construcción. En Creta, se mezclaban con los ladrillos, y en México y Escandinavia, se usaban en techos—algunas casas con estos tejados aún pueden verse hoy en día.

El uso ceremonial tampoco debe pasarse por alto: ya en la Edad de Bronce Temprana, las praderas marinas—que solían encontrarse en abundancia en las playas—se utilizaban como material de aislamiento en tumbas y urnas funerarias.

Conocer para valorar y proteger

Estos y otros usos documentados en el artículo científico demuestran que, más allá de su papel en la captura de carbono y la filtración del agua, las praderas marinas han proporcionado y siguen proporcionando numerosos beneficios a la humanidad. Según el equipo de investigación, reconocer estos beneficios podría ayudar a fomentar la apreciación de las praderas marinas y promover su conservación y restauración.

Nicole Foster, autora principal del estudio e investigadora en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), explica que “Las praderas marinas han estado entrelazadas con la historia humana durante miles de años. Normalmente nos centramos en su capacidad de almacenar carbono y dar sustento a la vida marina. Aunque estos son servicios ecosistémicos básicos, no deberíamos olvidar su relación directa con las personas. Al reconocer este papel, ya sea en productos materiales, medicinas e incluso en creencias espirituales y en el arte, podemos comenzar a valorarlas también por sus beneficios sociales y culturales. Esto, con suerte, puede ayudar a que se les dé el reconocimiento que merecen y conducir a una mayor conciencia de la necesidad de cuidarlas”.

El equipo científico también ha recopilado información sobre los usos actuales y potenciales de las praderas marinas. Se siguen explorando sus posibilidades en la elaboración de alimentos, tanto para el ganado como para los humanos (incluso en la alta cocina), así como en la producción de fertilizantes naturales y materiales biodegradables. Ya se están fabricando productos innovadores, como por ejemplo fundas para teléfonos móviles, hechos de restos de plantas marinas que llegan a la costa. Y se está considerando su uso como envase alimentario, inspirado en prácticas tradicionales de comunidades indígenas. También se están investigando sus aplicaciones en farmacia y medicina. Sin embargo, para que estos usos contribuyan a su conservación en lugar de a la sobreexplotación, es esencial adoptar un enfoque equilibrado y sostenible, subrayan los investigadores. El uso de estos recursos debe ser inteligente y bien gestionado, garantizando que no dañe las praderías, sino que ayude a su conservación y regeneración—junto con la de sus beneficios ecológicos—para las generaciones futuras.

Ref. Article: Ambio. Societal value of seagrass from historical to contemporary perspectives. Nicole R. Foster (Centre for Advanced Studies of Blanes, CEAB-CSIC), Eugenia T. Apostolaki (Institute of Oceanography, Hellenic Centre for Marine Research), Katelyn DiBenedetto (Smithsonian Environmental Research Center), Carlos M. Duarte /Marine Science Program King Abdullah University of Science and Technology), David Gregory (Department of Conservation and Natural Science, The National Museum of Denmark), Karina Inostroza (BIOSFERA Research & Conservation), Dorte Krause-Jensen (Department of Ecoscience, Aarhus University), Benjamin L. H. Jones (Department of Earth and Environment, Institute of Environment, Florida International University), Eduard Serrano (BIOSFERA Research & Conservation), Rym Zakhama-Sraieb (University of Tunis El Manar, Faculty of Sciences of Tunis) & Oscar Serrano (CEAB-CSIC). 
Imatges galeria peu notícia: Fisher in seagrass, Indonesia (credit: BenJones-OceanImageBank); Seaweed roof houses. Denmark (credit: Architectural Seaweed); CEAB-CSIC’s researchers in a posidonia meadow; Marine vegetation remnants on a beach. Menorca (credit: Jordi Pagès-CEAB)

¡Descubre los secretos de los ecosistemas acuáticos!

Suscríbete a nuestra newsletter para estar al corriente de las últimas novedades del CEAB

"*" señala los campos obligatorios

También puede interesarte