En nuestro mar se han contabilizado más de 1.000 especies introducidas. Representan entre un 5% y un 10% del total que se sabe que viven en él. Muchas se adaptan bien, proliferan rápidamente y provocan impactos tanto a nivel ecológico como socioeconómico: son las llamadas “especies exóticas invasoras”.
La llegada se puede dar de diferentes formas, sean accidentales (por ejemplo, a través del transporte, viajando adheridas a los barcos o dentro de las aguas de lastre) o intencionales (introducidas para actividades como la pesca o la piscicultura).
Un vector importante son los canales, como el de Suez, que han puesto en contacto aguas de características muy distintas.
La globalización ha incrementado enormemente ese problema. También, el cambio climático ya que el aumento de la temperatura del agua favorece a las especies llegadas de ambientes más cálidos.
Tenemos numerosos ejemplos de algas, peces, medusas o cangrejos, entre otros, que han llegado a nuestro mar y se han establecido con éxito. Uno de ellos es el pez león (Pterois miles), un depredador venenoso y muy voraz que altera gravemente las poblaciones de peces autóctonos.
Otras especies que han proliferado son, por ejemplo, “el cangrejo Eriocher sinensis, cuyo ciclo vital incluye aguas dulces y marinas y que ha invadido Europa y Norteamérica desde su zona nativa en Asia. O el alga, también asiática, Undaria pinnatifida, originaria del Pacífico, que se ha establecido en regiones templadas de todo el mundo”. Así lo explicaba recientemente en una entrevista para Piernext el investigador del CEAB-CSIC Xavier Turon.
De acuerdo con el Informe de la evaluación sobre las especies exóticas invasoras y su control, elaborado por la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y en el que ha participado el propio Turon, las especies exóticas invasoras constituyen uno de los cinco principales impulsores de la pérdida de biodiversidad y juegan un importante papel en el 60% de las extinciones mundiales de plantas y animales. Esto se debe a que algunas especies nativas, al no haber evolucionado en contacto con estas nuevas especies, no pueden competir con ellas; son desplazadas y, en el peor de los casos, mueren y se extinguen.
Aparte del impacto ecológico, estas invasiones también tienen consecuencias económicas ya que afectan a cultivos, pesquerías…Se estima generan un gasto de más de 400.000 millones de dólares (dato de 2019).
Un problema de difícil solución
Poner solución a esta problemática es complicado dado el contexto de globalización y cambio global. Sin embargo, puede limitarse prestando atención a las causas que favorecen la propagación de las especies exóticas invasoras.
Las infraestructuras pueden desempeñar un papel relevante. Por ejemplo, en el caso concreto del canal de Suez, Xavier Turon explicaba a Piernext que «sería efectivo restablecer barreras salinas, para que las especies encuentren un impedimento a su dispersión«. Los puertos también pueden colaborar estableciendo programas de inspección y seguimiento (para evitar que la especie recién llegada pueda extenderse a comunidades naturales cercanas). Y tienen la capacidad de intercambiar información con otros puertos, tanto a nivel local como internacional, para advertir de la presencia de una especie peligrosa en algún punto. En el caso de las embarcaciones, se trata de asegurarse de que cumplen las regulaciones exigidas para la gestión de aguas de lastre.
El conocimiento de las características y ciclos de las especies invasoras también es clave. El investigador del CEAB-CSIC, en la misma entrevista, recordaba que tiene aplicaciones muy importantes: “Por ejemplo, poner a los juveniles de mejillones u ostras para cultivos un mes antes o un mes después puede evitar el asentamiento de alguna especie invasora sobre los bivalvos”.
Y, sobre todo, la detección precoz, seguida de medidas rápidas de contención y mitigación, para tener bajo control la especie invasora y limitar en lo posible sus impactos negativos.
En este sentido, destaca el trabajo que realizan diferentes equipos del CEAB-CSIC que trabajan, en colaboración con entidades diversas (como la Agencia Catalana del Agua) en la detección precoz, el seguimiento y las medidas de contención de especies exóticas invasoras, tanto en aguas marinas como continentales.
Desde el Centro también se dedican esfuerzos a dar a conocer y sensibilizar al respecto. Además de ser coordinadores de plataformas de ciencia ciudadana como Observadores del Mar (que ya ha ayudado a detectar precozmente a especies invasoras), realizamos actividades divulgativas enfocadas tanto a los sectores más directamente implicados como a la ciudadanía en general. Para este último segmento de público, preparamos una exposición interactiva que se prevé inaugurar este otoño en el Museu Marítim de Barcelona.