Un equipo de investigación del CEAB-CSIC estudia el fondo marino de zonas como la bahía de Portlligat, en el Alt Empordà, para caracterizarlo, registrar su evolución y cuantificar el carbono que retiene. Los datos resultantes se comparan con los que obtienen robots acuáticos. Así se va ajustando la inteligencia artificial que incorporan los robots, para que puedan trabajar de forma autónoma. El trabajo se enmarca en el proyecto Effective, orientado a la conservación marina.
La posidonia y otras plantas marinas captan dióxido de carbono de la atmósfera y lo retienen durante milenios (en forma de carbono, el llamado “carbono azul”). Cuando las praderas se estropean o mueren, sin embargo, el CO2 almacenado devuelve a la atmósfera. Éste es uno de los motivos por lo que es tan importante conservarlas y mantenerlas en buen estado. Se suman otros muchos como, por ejemplo, que son hogar, alimento y refugio para una gran diversidad de animales o que son clave para la buena calidad del agua, ya que actúan como filtros, eliminando de ellos contaminantes.
Sin embargo, cada año seguimos destruyendo kilómetros y kilómetros de praderas marinas, con consecuencias nefastas, como el retorno a la atmósfera, a nivel mundial, de unos 300 millones de toneladas de dióxido de carbono. Actividades humanas como la urbanización excesiva, la pesca de arrastre, la contaminación de las aguas o el anclaje de embarcaciones sobre la posidonia son las responsables.
Desde diferentes sectores, entre los que se encuentran el de la investigación científica y el tecnológico, hace años que se facilitan datos y herramientas que abogan por la conservación de los “bosques” marinos. Ahora quiere sumarse una nueva: robots acuáticos que permitirían elaborar mapas completos, fidedignos y actualizados del fondo marino, que incluirían la distribución, extensión y estado de las praderas, así como el cómputo del carbono que almacenan. La rapidez, el nulo impacto sobre las praderas y el bajo coste con el que harían el trabajo, ayudaría a tener unas cartografías de los «bosques» marinos fiables y actualizadas que darían información crucial para, por ejemplo, priorizar las zonas a proteger.
El proyecto lo llevan a cabo investigadoras e investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes en colaboración con la empresa catalana Seabots. Como lugar de pruebas se ha elegido la bahía de Portlligat, en el Parque Natural del Cap de Creus, donde se conservan en bastante buen estado praderas de posidonia (es una zona donde las actividades, como el fondeo de embarcaciones, están limitadas) , al mismo tiempo que otros tipos de sustratos.
Allí, el equipo científico del CEAB-CSIC realiza su “mapa” de distribución de las praderas, la caracterización y la cuantificación de carbono. Lo hace «manualmente» (buceando, con toma de medidas y de muestras «in situ» y con el trabajo posterior a los laboratorios y despachos). Los resultados que se van obteniendo se añaden al histórico de registros que tiene desde principios de los años noventa de esta misma zona.
Los robots también realizan la caracterización de la bahía, pero utilizando su sistema de sondeos acústicos. Emiten un sonido que rebota en los fondos marinos y en función del rebote, se infiere de qué sustrato se trata (plantas marinas, barro, arena…), qué composición tiene y cuánto carbono almacena.
Luego el trabajo de unos y otros, de humanos y robots, se contrapone. Así se va calibrando la inteligencia artificial que incorporan los robots, a fin de que sea el máximo de fiable y para que estas máquinas puedan trabajar autónomamente en un futuro.
Automatizar esta tarea permitiría un gran ahorro de tiempo y de recursos, por lo que se podría contar, a diferencia de ahora, con mapas fiables, completos y actualizados del fondo marino, y con datos precisos del carbono acumulado. Además no tiene ni el menor impacto sobre las praderas, ya que los robots hacen el trabajo sin siquiera tocarlas.
Miguel Ángel Mateo del grupo de macrófitos acuáticos del CEAB-CSIC, ha explicado que cuando esta herramienta esté lista “el trabajo se podrá repetir muy fácilmente, por ejemplo cada año, para poder ir viendo de forma completa y fidedigna la evolución de las praderas y poder decir con categoría si están aumentando o están retrocediendo«. «Estamos hablando claramente de transferencia, queremos compartir todo el conocimiento que tenemos y proporcionar herramientas, soluciones tecnológicas, en pro de la protección de los ecosistemas marinos«, añade el investigador responsable del Grupo Español de Expertos en Carbono Azul (G3ECA).
La investigadora, también del CEAB-CSIC, Marc Truc, señala que «lo que estamos haciendo en Portlligat, una vez comprobado que el sistema funciona, se podrá extrapolar allí donde se quiera del litoral«. Se podrían tener datos precisos y en todo momento actualizados de las praderas existentes en todo un territorio, de su distribución y estado y del carbono que acumulan. Truc apunta posibles aplicaciones de este conocimiento como, por ejemplo, «puede ayudar mucho a delimitar las áreas más importantes a proteger y, tal vez, a realizar nuevas regulaciones y áreas marinas protegidas«.
Desde la tecnológica Seabots, Pau Guasch, destaca que “este trabajo es pionero ya que, si bien hace años que se utilizan robots acuáticos y subacuáticos, es novedoso calibrarlos de forma tan precisa para que puedan hacer, de forma autónoma, estos mapas de los sustratos, de las praderas y el cómputo del carbono azul que almacenan”.
La iniciativa se está llevando a cabo en el proyecto europeo Effective, coordinado por el investigador del CEAB-CSIC Rafael Sardá y orientado a proporcionar evidencia científica y herramientas prácticas a los gestores para que las apliquen a favor de la conservación y restauración de los ecosistemas marinos.