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Ecosistemas de carbono azul: aliados contra el cambio climático

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Casi todo el mundo sabe que la vegetación terrestre capta dióxido de carbono de la atmósfera y nos devuelve oxígeno. Pero es menos conocido el papel de mares, océanos y ecosistemas costeros en la captación y retención de este compuesto que tanto contribuye al calentamiento global. Un equipo, en el que se incluye un investigador del CEAB-CSIC, lo ha explicado en un artículo científico, a la vez que divulgativo, publicado recientemente en la revista Frontiers for Young Minds.

Árboles y plantas terrestres emplean CO2 para realizar la fotosíntesis y acumulan carbono en las hojas, tallos y troncos, así como en el suelo. Este carbono que retienen se conoce como ‘carbono verde’.

Las plantas acuáticas ―las que encontramos bajo el mar y en espacios costeros― hacen exactamente lo mismo. Captan CO2 y lo utilizan para realizar el proceso que les permite obtener energía. Guardan carbono en las hojas, rizomas y raíces, y entierran cantidades importantes de este elemento en sus sedimentos, en el suelo en el que están arraigadas. Es el llamado ‘carbono azul’.

Los ecosistemas que realizan esta función son conocidos como ecosistemas de carbono azul y tienen la particularidad de retener durante miles de años el CO2 capturado. Esta familia de ecosistemas incluye:

  • Las praderas o ‘bosques’ marinos: extensiones de plantas a los fondos costeros marinos como, por ejemplo, Posidonia oceanica, Zostera marina, Zostera noltii, Cymodocea nodosa o Halophila stipulacea.
  • Los humedales: terrenos costeros muy planos que permanecen inundados o se inundan periódicamente como consecuencia del flujo y reflujo de las mareas o de la filtración del agua del mar.
  • Los manglares, que se encuentran en latitudes tropicales y subtropicales, en las desembocaduras en el mar de ríos o arroyos. Las especies que habitan son plantas y árboles acuáticos que resisten la alta salinidad de las aguas marinas que se mezclan con las dulces.
Trabajo de campo en el Mediterráneo. Autoría: L.Carrau/CEAB-CSIC

Almacenes naturales de CO2

Los ecosistemas de carbono azul cubren menos del 2% de la superficie de nuestro planeta, ya que han sido gravemente maltratados a lo largo de la historia –y todavía hoy en día– por los seres humanos. Se han desecado, se ha construido encima, se han destrozado con actividades como la pesca de arrastre o el anclaje de embarcaciones sobre praderas marinas… Sin embargo, siguen cumpliendo un importantísimo papel en el ciclo del carbono. No tanto por los gases de efecto invernadero que capturan (hacia un 2% del CO2 que los humanos emitimos anualmente), sino sobre todo porque son muy eficientes reteniéndolo.

Los científicos explican que los hábitats formados por estas plantas de naturaleza acuática son auténticos “almacenes o alcantarillas de carbono”. Aunque lo capturan de forma más lenta que los bosques, son mucho más eficaces reteniéndolo.

Los investigadores del grupo de macrófitos acuáticos del CEAB-CSIC Miguel Àngel Mateo y Òscar Serrano (coautor del artículo en Frontiers) detallan que “a diferencia de muchos ecosistemas terrestres, en los que la materia se descompone rápidamente, en los ecosistemas de carbono azul (por las condiciones de los suelos, que están permanentemente cubiertos de agua), tarda mucho más y el carbono se guarda con gran eficiencia. Van almacenando más y más, durante todo el tiempo que ese ecosistema se mantiene vivo y sano. Hemos llegado a datar depósitos de carbono azul hasta 12.000 años de antigüedad”.

Mateo, que es al mismo tiempo el responsable del Grupo Español de Expertos en Ecosistemas de Carbono Azul, recuerda que el stock de carbono almacenado por estos hábitats equivale, como mínimo, a todo un año de emisiones antropogénicas. Sin embargo “Seguimos maltratándolos. Cada año, a nivel mundial, se liberan unos 300 millones de toneladas de dióxido de carbono por el deterioro o destrucción de ecosistemas de carbono azul. Cuando destruimos uno, el carbono que retenía se remineraliza y vuelve a la biosfera, agravando el cambio climático”.

Los investigadores recuerdan que, además de su papel en el ciclo del carbono, estos ecosistemas son valiosos por otros muchos motivos: la vegetación acuática es el primer eslabón de la cadena trófica, crea espacios claves para la biodiversidad ―son el hábitat o el refugio de muchas especies―, filtran el agua eliminando contaminantes y protegen las costas de la erosión y de los fenómenos extremos, cada vez más frecuentes con el cambio climático.

Así pues, cuidarlo nos aporta muchos beneficios, más allá de su papel en la captación y retención de carbono. Preservarlos y, cuando es posible restaurarlos, es pues en una solución natural para hacer frente al cambio climático.

Información adicional:
Frontiers for Young Minds: Blue Carbon Ecosystems: Ocean Heroes in the Fight Against Climate Change
-20 Minutos, Ciencia para llevar: Ecosistemas de carbono azul: grandes aliados frente al calentamiento global
Grupo Español de Expertos en Ecosistemas de Carbono Azul (G3ECA)

 

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