Ecosistemas de carbono azul: una solución natural para almacenar carbono y combatir el cambio climático

Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Reviews, Earth & Environment, analiza a escala global el potencial de los ecosistemas de carbono azul, los cuales incluyen bosques de manglares, praderas de pastos marinos y marismas, para actuar como sumideros naturales de carbono y las oportunidades actuales y futuras para proteger, restaurar y conservar estos ecosistemas.

Este completo análisis ha sido posible gracias a la colaboración internacional y multidisciplinar entre el investigador Oscar Serrano del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), los investigadores Peter I. Macreadie y Micheli D.P. Costa del Centro de Ecología Integrativa de la Universidad de Deakin (Australia), la investigadora Trisha B. Atwood del Departamento de Ciencias de Cuencas Hidrográficas y Centro de Ecología de la Universidad Estatal de Utah (Estados Unidos), la investigadora Catherine E. Lovelock de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Queensland (Autralia) y del investigador Carlos M. Duarte del Centro de investigación del Mar Rojo de la Universidad de Ciencias y tecnología King Abdullah (Arabia Saudita).

Imagen 1.  Marismas, manglares y pastos marinos.

Para limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 1,5°C, las emisiones deben reducirse y el exceso de gases de efecto invernadero debe eliminarse de la atmósfera. Una opción emergente para lograr ambos objetivos son soluciones climáticas naturales, en las que se incluyen la gestión y restauración de los ecosistemas de carbono azul para que puedan actuar como sumideros eficientes de carbono (proceso conocido como secuestro de carbono). Estos ecosistemas son extensos y forman unos hábitats altamente productivos que albergan diversas comunidades ecológicas, ayudan al bienestar humano y, protegen las costas contra la erosión y el aumento del nivel del mar.

Desafortunadamente, alrededor del 50% de la extensión global de los ecosistemas de carbono azul han desaparecido, lo que limita el papel de estos ecosistemas en el secuestro de carbono. Además, solo alrededor del 1,5% de la extensión global de los ecosistemas de carbono azul se encuentran en las áreas marinas protegidas (AMP), zonas reguladas donde los ecosistemas de carbono azul encuentran refugio y se conservan.

Reservas mundiales de carbono azul

Los ecosistemas de carbono azul del planeta abarcan entre 36 – 185 millones de hectáreas dentro de las zonas costeras de todo el mundo y potencialmente podrían llegar a contener entre 9.000 y 33.000 millones de toneladas de carbono en sus suelos y biomasa.

Los bosques de manglares son el foco principal de investigación en relación a la distribución de las existencias de carbono azul. En comparación, las praderas de pastos marinos y las marismas todavía carecen de estimaciones sólidas. Una mejor comprensión de estos factores mejoraría los intentos de estimar y modelar el carbono azul, sus contribuciones al ciclo global del carbono, y mejorar nuestra capacidad para predecir los beneficios asociados a su conservación y restauración en los flujos de gases de efecto invernadero a escala nacional

Figura 1. Distribución global de los ecosistemas de carbono azul.

Factores socioeconómicos: principal causa de la pérdida de estos ecosistemas

Cuantificar las pérdidas de los ecosistemas de carbono azul es complejo por la falta de datos a nivel global en cuanto a su extensión espacial, histórica y actual, y en particular para los pastos marinos y las marismas. A pesar de las dificultades, las pérdidas globales de las marismas se han estimado entre 1-2% por año y las de los pastos marinos de un 1,5% por año durante el último siglo.

Las causas de las pérdidas de estos ecosistemas varían según el propio ecosistema y la región, pero generalmente, estas incluyen modificaciones físicas del paisaje, contaminación, la presencia de especies invasoras y el cambio climático. En la mayoría de los casos, la pérdida de estos hábitats está asociada a factores socioeconómicos que se concentran alrededor de las costas: energía, alimentación, expansión de infraestructura, recreación o turismo.

La cartografía de la distribución global, por ejemplo, de los bosques de manglares, ha demostrado que el potencial de recuperación de estos hábitats podría llegar a ser de más de 800.000 ha. En cambio, la recuperación de las praderas marinas es más costoso y la tasa de éxito menor. Sin embargo, existe la posibilidad de restaurar las áreas ocupadas por pastos marinos si las presiones que provocaron la pérdida desaparecieran. Aun así, la restauración natural es un proceso muy lento y que requiere una mejora importante en cuanto a los métodos y herramientas disponibles actualmente y, por lo tanto, su conservación emerge como una herramienta eficaz para promover su papel en la captura anual de CO2 y evitar emisiones ligadas a la descomposición del carbono que almacenan.

El carbono azul incluido en los puntos clave de la COP26

El éxito de la estrategia de carbono azul desde que se conoció por primera vez su gran potencia en 2009, se refleja en su creciente adopción dentro de las contribuciones determinadas a nivel nacional (Acuerdo de París) y de la consecución de esos objetivos a largo plazo. Hoy en día, existen proyectos de carbono azul en funcionamiento que consisten en conservar ecosistemas existentes, o restaurarlos en zonas donde han desaparecido.

Este año además, la restauración y protección de los ecosistemas naturales forma parte del segundo objetivo clave de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP26) que se celebra en Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre del 2021. Las contribuciones determinadas a nivel nacional encarnan los esfuerzos de cada país para reducir emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático.


Artículo de referencia

Macreadie, P.I., Costa, M.D.P., Atwood, T.B. et al. Blue carbon as a natural climate solution. Nat Rev Earth Environ (2021). https://doi.org/10.1038/s43017-021-00224-1