Energías renovables i biodiversidad: un proyecto de investigación analiza los impactos de los parques eólicos en el Mediterráneo

El despliegue responsable de las energías renovables es una cuestión de plena actualidad. La revista R+D CSIC se hace eco de ello y se adentra en el proyecto BIOPAIS, que cuenta con participación del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC).

(a continuación, reproducimos el artículo publicado el 13 d’octubre a R+D CSIC, firmado por Mireia Ayats, Comunicación CSIC Catalunya)

La Unión Europea tiene como objetivo llegar a ser climáticamente neutra en 2050. Para conseguirlo, se ha calculado que la energía eólica marina debe cubrir el 30% de la demanda eléctrica de los estados miembros, lo que significa que se debe multiplicar por 15 el espacio marino actual destinado a la producción de este tipo de energía.

En España, uno de los puntos donde se planea instalar un parque eólico es la zona del Cabo de Creus y el Golfo de Rosas, en el Empordà; pero un artículo del Proyecto BIOPAIS, que evalúa el impacto ambiental de estas centrales eléctricas en el Mediterráneo, recomienda que no se instalen allí. El proyecto está coordinado por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y la Universidad de Girona (UdG), y cuenta con la participación del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC).

El Empordà es un espacio que se caracteriza por el viento, pero también por su paisaje, que atrae al turismo; y por tener una gran biodiversidad. De hecho, el Mediterráneo alberga entre un 4 y un 18% de las especies marinas del mundo y, esta zona, es la que presenta una mayor diversidad de tortugas, mamíferos y aves marinas. Por este motivo, cuenta con ocho áreas protegidas reconocidas tanto a nivel nacional como internacional y dos vedados de pesca para la recuperación de especies.

La central eléctrica del Empordà

Para planificar el parque eólico del Empordà, se han tomado como ejemplo las centrales eléctricas del Mar del Norte; pero según Rafael Sardá, investigador del CEAB y participante del proyecto BIOPAIS, “no hay punto de comparación. Por un lado, el Mediterráneo alberga una mayor biodiversidad. Por el otro, la plataforma continental del Mar del Norte es más ancha y menos profunda, por lo que se han instalado aerogeneradores fijos, relativamente pequeños y lejos de la costa». En el Mediterráneo, y particularmente en la zona del Cabo de Creus, en cambio, los aerogeneradores tendrían que instalarse más cerca de la costa, medirían más 250 metros y serían flotantes, lo que quiere decir que no estarían anclados directamente al suelo, sino que estarían sujetos por sistemas de anclajes de grandes dimensiones.

Esto tendría varias consecuencias, explicadas en un artículo previo del mismo proyecto. Dentro del mar, los mamíferos marinos y otros animales que se desplazan por la zona podrían chocar o enredarse con el cableado; y el sonido que hacen las turbinas podría tener un impacto en su comportamiento, ya que algunos de ellos se guían a través de los sonidos. Asimismo, cuentan Josep Lloret, Elisa Berdalet y Josep Maria Gili, investigadores del ICM, «la destrucción de los fondos marinos puede dejar enterrados organismos fijos, como corales, esponjas y moluscos, que no sobrevivirían».

Fuera de él, habría un cambio en el paisaje. Al tratarse de aerogeneradores grandes y estar situados relativamente cerca de la costa, se verían desde los pueblos del litoral y esto podría tener un impacto en el turismo. Además, dice Sardá, «se debe tener en cuenta que una central eléctrica no solo implica tener los aerogeneradores, sino también industrializar el puerto y los territorios adyacentes para albergar subestaciones, líneas de transmisión de la energía y otras infraestructuras».

La biodiversidad en la lucha contra el cambio climático

Cabe destacar que los espacios con tanta biodiversidad contribuyen a la lucha contra el cambio climático, ya que para compensar la huella de carbono solo podemos reducir – y si es posible evitar – la emisión de gases de efecto invernadero o ampliar la base de organismos que absorben el carbono. Con el parque eólico del Empordà, se perderían espacios que cumplen con esta función mientras que en las Conferencias de les Naciones Unidas sobre la Biodiversidad y el Clima, los países acordaron que las soluciones para la crisis climática no pueden ir en contra de la protección de la biodiversidad.

Aunque no hay estudios sobre el balance de estos dos factores en el caso particular del Cabo de Creus y el Golfo de Rosas, Lloret y Berdalet creen que cuando se habla de energía renovable también se debería tener en cuenta que, «para construir, colocar, mantener e, incluso, desmantelar las turbinas, se utiliza energía fósil; y que la vida estimada de estas infraestructuras es de entre 25 y 30 años».

La energía eólica, mejor fuera de las zonas naturales protegidas

El último artículo del Proyecto BIOPAIS recomienda que el desarrollo de la energía eólica marina en el Mediterráneo no se haga en espacios naturales protegidos ni tampoco cerca de ellos, ya que los únicos estudios que concluyen que esto podría beneficiar la biodiversidad están basados en el Mar del Norte y, por lo tanto, no serían aplicables al Mediterráneo. Esto también sería válido para las pruebas piloto.

Este proyecto, que aún durará dos años más, tiene como objetivo contribuir a una mejor planificación y a facilitar la toma de decisiones para que, con evidencias científicas como base, la transición energética pueda ser compatible con la protección de la biodiversidad.

R+D CSIC és una publicación de la Vicepresidencia Adjunta de Transferencia del CSIC para dar a conocer la investigación y la oferta tecnológica de sus centros de investigación.
Información adicional:
Proyecto Biopais
Artículos científicos del proyecto Biopais